El barco donde viajaba se hundió siendo yo el único superviviente. Logré subirme a un bote y recogí diferentes víveres esparcidos por el agua. Resignado, me dispuse a terminar mis días esperando ver aquella luz que me llevaría con el resto de los pasajeros.
Cuando casi me desvanecía, divisé algo en el horizonte. A pesar de creer que era producto de mi imaginación, encontré las fuerzas suficientes para sacar los brazos por la borda y ayudarme con ellos a llegar hasta mi meta.
La isla aparentaba estar vacía y, tras salir del bote y caminar unos pasos, me dejé caer en la arena caliente.
Desorientado, desperté en un lugar fresco y rodeado de sombras. Cuando mis ojos se habituaron a la oscuridad, vislumbré un grupo de mujeres que me observaba y acariciaba. Comenzaron a discutir entre ellas, se empujaban y empecé a preocuparme. ¿Sería yo el fruto de su disputa?
Apareció una señora mayor, la líder del grupo, e impuso silencio. Se acercó a mí sonriendo y no sé qué me aterró más: creer que aquella mujer quisiese acostarse conmigo, o que me fueran a comer. Corrí todo lo que pude y volví al bote.
Mabel
Me ha encantado el micro, vaya historia, me ha entrado un poco de miedo al leerla, perfectamente contada, un abrazo y mi voto desde Andalucía
VIMON
Muy buen relato. Te dejo mis saludos y mi voto.
Manger
Es que hay mujeres que tienen miradas «devoradoras»… Buen micro, CharoAnadon. Mis cordiales saludos.