Estaba en la cama de una desconocida. Por su aspecto, parecía joven, pero vivía sola, o eso creía. Se había entregado a ella, al máximo; sin filtros. Lo habían hecho con la luz encendida, había besado cada una de las pecas de su nariz, saboreado su ombligo y en el camino de ida, había descubierto la mancha de nacimiento que tenía en la ingle.
Él no era su primera vez, lo tenía claro. Se desenvolvía demasiado bien; había rastreado su cuerpo como cualquier persona experimentada, sin temores. Sabía qué hacía y por qué.
Nunca había conocido a una mujer así; sin pudores en la primera noche que pasaban juntos y sin conocerse de nada. Estaba orgullosa de ella misma y se mostraba tal cual.
Por eso se fijó en ella. La vio en la discoteca, lo miraba con descaro, segura, jugaba con su cabello y sonreía. No olía a alcohol cuando se acercó; bailaron, se dejaron llevar, se besaron y se montaron en el primer taxi que pasaba a las cuatro de la madrugada. Ella lo guio hasta su casa, entre risas y confesiones calladas.
Abrió la puerta, se quitó los zapatos y corrió descalza a su habitación. Sin deshacer las sábanas, lo invitó a sentarse con ella. Sus labios se convirtieron en lujuria; solo quería devorarlo, llevar el control. Poder mirar a los ojos a aquel, que esa noche, iba a calmar su ansiedad de todo.
Luis
Bonito relato, un saludo Vir, y mi voto-.
Nerta
Buen relato, te deja con ganas de saber más. Un saludo!
Mabel
¡Me encanta! Un abrazo y mi voto desde Andalucía
Eli...
Muy bueno, me encantó.
Mi voto y saludos.