Faltaban unas cuantas horas para entrar en aguas españolas y Don Víctor ofrendaba sus lágrimas al mar abierto desde la popa, se despedía de su pasado, con todos sus fallos y aciertos, sus alegrias y tristezas, su amor y desamor, se daba el lujo de llorar libremente, abiertamente. Ya se había disculpado con la vida por no habe sidor un hijo mas comprensivo, por no haber podido perdonar a sus padres mientras aún vivian; con sus hijos por no estar presente como padre activo, por no brindarles su guia y consejo a tiempo y haber delegado su formación a la autoridad materna pues tomar reponsabilidad le asustaba y reaccionaba enojado para esconderlo; se había disculpado con Carmen, en espíritu que no en vida, por haberla amado y dejado de amar injustamente, producto de una mala comunicación que él dejó crecer, por el dolor que le causó en sus últimos años de vida y haberla dejado morir en soledad, no es lo que él hubiera querido como bien se lo dijo a la Margot, pensaba que moriría antes que ella y que todavía tenian tiempo largo por delante, pero fué lo que fué, y también vivieron el amor; y por ello Don Víctor dió gracias a la vida, por todo el amor dado y recibido, en esposa, hijos, amigos y hermanos, y así inhalando hacia la izquierda recogió la energía puesta en su pasado y exhalando hacia la derecha regreso la energía compartida.
Y así a paso ligero se dirigió a la proa, a proactivarse pensó sonriendo, a recibir las sorpresas que guardara un pais tan añorado aún sin conocerlo. Don Manual al acercarse le dice: -así es como se comienza mi amigo, con la emoción a flor de piel, comparta hombre! comparta!
Si Don Manuel, estoy emocionado, me siento como cuando cobré mi primer sueldo, me fuí al cine y me compré un hot dog y mi refresco, con todo un mundo de posibilidades por delante esperando para que yo las vea y las disfrute, solo que ahora es mejor, ahora tengo un cómplice. Y así de buen humor y con muchas esperanzas arribaron a un puerto de España.
Primera parada objetivo mi amigo: Santiago de Compostela! y lo que topemos por el camino. Agarre su bastón compañero que aunque estamos recién ajustados no estará de más. Y así con bastón y boina (sin faltar la maletilla roja) emprendieron su camino.
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