Despierto. El día me toma de nuevo y suelto los ojos, las sábanas y me dejo ir… Caparazón azul que amanece y se torna gris o blanco.
El suelo es frío… la ropa fría y la puerta en el mismo lugar.
Misma casa, cama, calma, y vaga voz.
La calle siempre: norte-sur y sin asfaltar.
El café quemado y la agenda tarde. La vida programada y cuestionada y vuelta a programar.
Sí. Me veo al espejo y soy yo, yo fui la que desperté. Yo me calzo el día y el horario y reviso tres veces la cartera.
«Ella» se quedó con los movimientos REM y con la noche… caparazón agujereado e infinito; sin suelo, sin ropa… con puertas que siempre se equivocan. Casas que son todas y ninguna mientras el tiempo delira entre los callejones de la nada en carnaval.
Si… en la cama murmura su aroma evaporado… me saco la última pluma mientras salgo a la calle con el alarido entre los dedos, con la torpeza que lo tapa.-
Esruza
La rutina de siempre, me gustó cómo lo expresas.
Un saludo y mi voto.
Estela
JR
@florenciaciotola – Muy hermoso. Igual lo pudiste escribir en forma de poema. Es muy hermoso como escribes.
Saludos!