Cuando se duermen las amapolas y aullan los lobos por mi ausencia, sendereo por las riberas del sueño, que meandrea por las laderas de la inconsciencia. Engañada por Morfeo, me desprendo de mi morada carnal y dejo que el sueño congele mis pies. Alentada por el peso en mi pecho, dejo que el agua rebase mis caderas, invitándome con su densidad a flotar sobre ella, y descansar tal vez incluso.
Sin embargo, según mis pies dejan el fondo empedrado del río soñado, se oye la risa de Morfeo, cesa el aullar de los lobos y en el cielo seis campanas tañen 6 veces. Una vez más, es la hora.
El río deja de fluir y se empantana, y en la viscosidad del barro el peso de mi pecho se hace más patente, hundiéndome en la ponzoña y en la mierda. Cuando los lobos se abalanzan a comer de mi pecho; se oye la risa de Morfeo, y mi mirada perdida ve en los dientes de las fieras el brillo plateado de la Luna.
Mabel
¡Me encanta! Un abrazo y mi voto desde Andalucía. Bienvenido