Hay una casa vacía de camino a mi trabajo, está vieja y desmantelada, pero está en el camino hacia mi trabajo.
La veo a través de la ventana del autobús, con el sol por detrás cuando voy, sombría y triste cuando regreso. Se ve aún más sola de noche pero más abandonada de día. Es curioso cómo la calle parece huir a sus cercanías y giramos un poco al pasar, evitando involucrarnos.
Nunca he visto a nadie dentro, tampoco alrededor. Sin embargo el césped está corto, no hay maleza ni basura en ningún rincón, quizás no esté tan descuidada después de todo.
A veces quiero bajarme, caminar hacia esta fortaleza solitaria y sentir sus paredes, oler sus escombros y caminar entre sus pasillos. No tiene puertas ni ventanas, y recientemente perdió el techo, alguien se lo quitó cuando yo no estaba viendo.
A veces me preguntó cómo se sentirá estar tan solo, ir perdiendo sus partes y que nadie parezca notarlo. Imagino que esa casa tiene mucho que contar pero nadie que la escuche, quizás sea ella misma quien cuida su jardín para invitar a pasar a la gente, tal vez se quitó su techo, perdió sus ventanas y derrumbó sus puertas para que nadie tuviera miedo de entrar y hablar con ella.
Pero nunca nadie le presta atención, y los días se transforman en calendarios acumulados y daños a la infraestructura, y sigue vacía por dentro y por fuera como nosotros las personas que pasamos de largo y la vemos de reojo, allí abandonada con todos los soles tocándole la espalda, como diciéndole que está bien estar sola y que ya llegará alguien a cuidarla y escuchar sus historias.
Hay una casa muy vieja en el camino a mi trabajo, confieso que busco una ventana para verla siempre cuando paso, en un autobús, solo, abandonado, entre un montón de desconocidos que me pasan por alto.
Y esa casa mira que de vez en cuando pasa un hombre viejo en una ventana, descuidado y solitario, con el sol de frente en la mañana y las luces de la calle cuando pasa por la noche.
Quizás a veces ha querido hablarle, pero es una casa vieja y no puede moverse ni hacer señales, solo se quita las partes para invitar a no tener miedo, y cuida su jardín para que se sepa que no se resigna a vivir en el abandono de la época civilizada y moderna.
Había una casa vieja de camino hacia mi trabajo. Ya no la veo y creo que me hace falta. Dicen en el autobús que alguien se ocupó de ella. La gente ocupada cree que quitar y desmantelar son sinónimos de cuidar algo.
¿Qué se sentirá saber que ya no se pueden perder más partes?
Adiós casa, adiós.
Luis
Estupendo relato, Diego, saludos y mi voto!!
Aldana
Me encanta lo que escribes, Diego. Saludos y mi voto 🙂
Aldi
LdiegoV
@temor como siempre gracias, lo escribí un día en un bus por cierto paisaje. saludos!
LdiegoV
@aldana mil gracias, escribir es un intento para mí, es bueno que guste lo que hago. Saludos!
Mabel
Muy buen relato. Un abrazo Luis Diego y mi voto desde Andalucía
LdiegoV
@mabel muchas gracias, un abrazo desde Costa Rica!
Leys
Me encantó!!!!! si le doy «Me gusta» cuenta como voto?
LdiegoV
@leys1011 Gracias, qué alegría que te gustara. Sí, el «me gusta» es el voto. Saludos desde Costa Rica, mil gracias por leerme!
Esruza
Muy buen relato.
Mi voto y saludos.
Estela
JR
Muy hermoso relato. Nos hace detenernos a mirar nuestros alrededores.
Saludos!
LdiegoV
@estelarz39hotmail-com muchas gracias por leer y comentar Estela, saludos!
LdiegoV
@joserubengoycochea completamente, lo escribí mirando un paisaje desde la ventana de un bus, muchas gracias, saludos!
MP
Me gustó mucho tu relato Diego, y tan cierto cuando se trata de la soledad. Un saludo y mi voto.
LdiegoV
@mariela-puzzo Muchas gracias Mariela, ese es el tema central de todo, saludos!
Gian
Excelente relato. Me gustó mucho.
Saludos y mi voto.
Gian.
LdiegoV
Gian mil gracias, un abrazo desde Costa Rica, saludos.
Naufragoenlaluna
Un texto precioso contado de una forma maravillosa. Mi enhorabuena
LdiegoV
@naufragoenlaluna Mil gracias!